En el año 2015 Guinea Bissau apareció en una lista de 25 de
los países menos visitados del mundo[i].
Este posicionamiento en el ranking no dejaba de ser extraño para los que
conocen el país puesto que su naturaleza tiene mucho que ofrecer y no poca
gente califica el país como hermoso; siendo un país con una superficie tan
pequeña tiene una zona selvática muy bien conservada (aunque cada vez menos),
una zona de sabana y más de 80 islas paradisíacas de aguas cristalinas y
tranquilas. Ciertamente a un país no se va si la información no llega a las
personas y no todo el mundo sabe de esta belleza natural. Tampoco ayuda,
evidentemente, el bajo nivel de desarrollo y una gran falta de infraestructuras
de calidad, tanto en la red de carreteras que faciliten el transporte o la red
turística de hoteles, que hacen que tampoco haya una tentativa de impulso del
turismo hasta aquel momento. De todos modos, no era un país remoto como pueden
ser algunas islas del pacífico igualmente bellas, un país del Asia Central para
el cual llegar sea necesario hacer un viaje largo con muchas escalas o un país
en guerra. A lo primero y segundo, responder que es un país relativamente
cercano para los europeos –los que más viajan- y está directamente conectado
con Portugal o Marruecos con vuelos de corta-media duración y no es un país con
violencia palpable, aunque departamentos de turismo de algunos países
desaconsejen su visita –quizá también por otras razones como su deficiente
sistema sanitario.
El país hizo un notorio esfuerzo
–empujado por organismos internacionales como la Unión Europea- por explotar la
faceta turística y en los últimos años esta fue creciendo, pero sigue sin haber
una gran recepción. Quizá esto fuese la razón por la cual, mientras el mundo
día a día se veía invadido por un turista no deseado, Guinea Bissau se quedaba
al margen: el coronavirus no deshizo sus maletas hasta la segunda semana de
marzo.
Esa semana, con España ya en
cuarentena, en Guinea Bissau habían detectado sus dos primeros casos; un indio relacionado con la explotación de anacardo y un congolés ligado a una agencia
de las Naciones Unidas. El sistema sanitario de Guinea Bissau es extremadamente
deficitario; la mayoría de los países africanos tienen un sistema sanitario bastante
carente. Por eso, y viendo las medidas que ya estaban tomando sus dos vecinos,
Guinea y, sobre todo, Senegal, que ya tenía bastantes casos, el gobierno se
decidió a tomar medidas tajantes en aquel momento para cortar la expansión del
virus y poder ganar tiempo, ya que en el resto del mundo la pandemia estaba
bastante avanzada. Hay que tener en cuenta que ya antes, a inicios del mes de
febrero, mientras en muchos países europeos no consideraban o no parecían
considerar lo que se “venía encima”, en Guinea Bissau se había desplegado un
dispositivo de control sanitario en los aeropuertos en que se tomaba la
temperatura y se rellenaba una ficha de seguimiento. A las personas recién
llegadas se les hacía seguimiento durante unos días para comprobar que no
desarrollaban síntomas sospechosos, aunque, por desgracia, este trabajo no fue
lo sistemático que se desearía.
Con todo, con los dos casos
detectados, el gobierno de facto decidió, entre otras medidas, cerrar las
fronteras terrestres, aéreas y marítimas, cerrar bares y discotecas, centros de
oficio religioso o prohibir las aglomeraciones de gente, lo que afectó a los
proyectos que Radio ECCA estaba llevando a cabo; el Ministerio de Educación nos
instó a paralizar las actividades durante un período de 15 días en primera
instancia. Pero la última semana de marzo se endurecieron las medidas, se
limitaron los desplazamientos entre poblaciones, se limitaron los
desplazamientos en Bissau ciudad a solo 4 horas al día y se cerró toda
actividad comercial no esencial, solo las tiendas de alimentación o de
necesidades básicas siguieron su actividad dentro de ese límite horario.
Paralelamente, se hizo un gran
programa de sensibilización a la población que incluía carteles, cuñas de radio
y televisión y replicas sanitarias en los barrios en las que se incidía
cómo se transmitía el virus y cómo se reducían las posibilidades de contagio.
Las organizaciones internacionales se movilizaron, se prepararon protocolos de
rastreo y seguimiento de casos y se habilitaron zonas específicas de
tratamiento para los afectados en el hospital; también se recibieron donaciones
de la comunidad internacional de materiales y productos.
Aunque los casos aumentaban
paulatinamente, no se estaban disparando. Siempre había la duda si se estaba
controlando realmente de manera adecuada o si el virus estaba ya circulando con
gran libertad pero no se estaban detectando bien los casos. Sea como fuere se
tenía en cuenta que más tarde o temprano la situación cambiaría y la detección
de casos se dispararía. Y ocurrió. A mediados de abril, en el rastreo de
personas con las que habían tenido contacto enfermos declarados, empezaron a
aparecer casos de gente que se negaba a realizar los testes y seguir las
indicaciones. Además, el comité técnico sanitario llamó la atención a ciertas
autoridades a aplicarse las medidas que la mayoría de la población estaba
tomando porque estaban empezando a ser grupo de riesgo.
Y así, la última semana de abril,
se dio el caso del primer deceso. Una persona relacionada con las fuerzas de
seguridad que había tenido que viajar por todo el país y contactado con
distintas personas. Esa misma semana se dispararon los casos a niveles muy
superiores de los que hasta el momento se habían detectado; varios miembros del
gobierno resultaron positivos, entre ellos el Primer Ministro. Cuando en abril
había días que no se detectaban nuevos casos, el 10 día de mayo se llegaron a
detectar 85.
A 11 de mayo hay 761 casos
detectados, ha habido 26 recuperados y 2 muertes. De las personas convalecientes, 93 se
encuentran en centros hospitalarios y hoteleros habilitados por las autoridades
para acoger dichos casos y 638 están confinadas en sus hogares[i].
Se dice que la gran mayoría de casos se consideran leves. Actualmente se han
propuesto medidas como cerrar Bissau capital (y la adyacente región de Biombo)
ya que está siendo el foco principal de contagios así como se está planteando
el uso obligatorio de máscaras.
Esperemos que el estado actual de
las cosas se mantenga y empiece a controlar ya que, en un país como Guinea
Bissau, la gente no tiene la capacidad de mantenerse en los hogares durante
tanto tiempo, un país donde mucha gente no dispone de luz eléctrica, no puede
conservar los alimentos y, por lo tanto, día a día tiene que salir a comprar
para conseguir alimentos. Aunque el gran dilema es que, sin estas medidas,
tampoco será fácil que el virus no cometa estragos en una población con difícil
acceso al sistema sanitario y a veces con el sistema inmunitario ya debilitado
por una alimentación poco variada y que es vulnerable a muchas afecciones
respiratorias. Sin embargo, puede que el haber tomado medidas al principio y
contener durante tanto tiempo un brote fuerte, dé cierto lugar a la esperanza.
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